La calle de quién cuyo nombre todo iluminaba. |
No me iba bien la chaqueta de orgullo que cubría lo sensible de mi carne al pelado; rasgada por el silencio de las palabras que pienso y que no digo.
Nunca preguntaste lo que sentí por ti aquella última noche. Tan sólo llegó la circular inhóspita donde se encontraba el embargo:
-era un amor tributario; de los que pagan impuestos de Amor cargados de interés fueras de fecha. Y cuando menos lo pensé de ti andaba endeudado conmigo mismo.
Me lanzó dos versos, uno por mejilla y se marchó... Al fin y al cabo: fue un Amor tributado.
N. del A.
La vida me ha demostrado que la contabilidad no es uno de mis fuertes.
- Salvador Flores-
Te amooooo sobrino...
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